La cabeza de las termitas
Partes del cuerpo de una termita
¿Has oído hablar de las termitas? ¿Las has visto directamente alguna vez?
Casi todo el mundo ha oído hablar de las termitas, muchas personas las han visto directamente y aun así ¿Serías capaz de describirla? Su aspecto puede variar ampliamente entre castas y especies, pero aun así las termitas poseen una serie de partes visibles exteriormente y que les representan como individuos. En los próximos artículos nos dedicaremos a analizar precisamente esas partes del cuerpo de una termita que las definen como grupo y que les han otorgado las capacidades necesarias para su éxito evolutivo. En el artículo de hoy, comenzaremos por una de las partes más únicas que poseen las termitas: la cabeza.
La cabeza de las termitas
Cabeza de un alado de Coptotermes gestroi. Fotografía de David Mora del Pozo, modificada por Valeria Palma-Onetto. Abreviaturas: c, clípeo; e, ojos; L, labrum; o, ocelos.
La vida subterránea de las termitas ha evolucionado a una cabeza sin ojos, los que solo se encuentran presentes en algunas especies que se alimentan forrajeando a campo abierto, o en el estadio alado (y consecuentemente en reyes) estadio en el que las termitas salen del nido para formar una pareja y ser los nuevos reyes de una colonia. Cuando se encuentran presentes, los ojos pueden aparecer como grandes ojos oscuros o como ocelos laterales (ver figura 1), aunque estos últimos no están presentes en todas las especies. Los ocelos se caracterizan por ser un órgano visual presente solo en artrópodos que permite percibir la luz, mas no la forma de los objetos.
El resto de la cabeza se conforma por un labrum ubicado en una posición analógica a lo que vendría siendo la nariz en humanos, un clípeo que une al labrum con el resto de la cabeza (generalmente dividido en: postclípeo y anteclípeo). El labrum suele poseer una forma redondeada en alados y obreras, mientras que en soldados puede presentar diversas formas e ir acompañado de una burbuja en su ápice, más conocida como “hyalin tip”. Sobre el clípeo encontramos toda la parte central de la cabeza de una termita, frecuentemente caracterizada por una abertura llamada fontanelo en todos los soldados, casi todas las especies de alados, pero ausente en obreras. El fontanelo es utilizado para liberar los compuestos tóxicos segregados por la glándula frontal, la que se encuentra ubicada al interior de la cabeza (y a veces tórax y abdomen) de la termita y es utilizada como un mecanismo de defensa.
Parte dorsal de la cabeza de una obrera. Fotografía de David Mora del Pozo, modificada por Valeria Palma-Onetto. Abreviaturas: hy, hipofaringe; lb, labio; lp, palpo labial; mp, palpo maxilar.
Las antenas de las termitas, ubicadas a ambos lados de la cara dorsal de la cabeza, son largas y delgadas estructuras, compuestas por entre 11 a 33 segmentos según la especie y desprovistas de ramificaciones. La función de las antenas es principalmente sensorial y suelen ser utilizadas para experimentos de reconocimiento químico. El primer segmento de la antena (el que le une a la cabeza) es conocido como escape, y el segundo segmento es llamado pedicel.
Cabeza de un alado de Coptotermes gestroi. Fotografía de David Mora del Pozo, modificada por Valeria Palma-Onetto. Abreviaturas: A, antena; c, clípeo; L, labrum; lb, labio; lp, palpo labial; M, mandíbula; mx, maxila.
Las estructuras bucales de la termita comprenden: las mandíbulas, las maxilas, la hipofaringe y el labio. Las mandíbulas son utilizadas para triturar la comida, por lo tanto son estructuras duras que se reemplazan con cada muda. Debido a su función, las mandíbulas suelen ser más fuertes en obreras que en otras castas, encontrándose reforzadas con zinc y manganeso. Así también, las mandíbulas de las termitas que se alimentan de madera dura (como la mayoría de la familia Kalotermitidae) son fuertes estructuras que permiten quebrar la madera que muchas veces es casi imposible de romper con hachas. Debido a que son reemplazadas con cada muda, las mandíbulas suelen ser un indicador de la edad de la termita, ya que obreras longevas que ya han alcanzado sus mudas totales no podrán reemplazarlas. Es este mismo hecho el que vuelve a los reyes dependientes de la alimentación que proveen las obreras, ya que sus mandíbulas están desgastadas siendo incapaces de triturar el alimento. Por otra parte, en soldados las mandíbulas pueden presentar diversas formas especializadas ya que su función radica netamente en la defensa, siendo posible encontrar especies en que los soldados no poseen mandíbulas, ya que han sido reemplazadas por mecanismos químicos de defensa. Las maxilas y el labio son utilizadas para degustar y manipular la comida, para esto se ayudan de unos palpos que provienen como extensiones de estas mismas piezas. Finalmente, la hipofaringe actúa y se localiza en forma análoga a la lengua humana, moviendo la comida hacia la cavidad oral. Cabe destacar que el labio es también el encargado de liberar la secreción de las glándulas labiales, usada por las obreras como enzimas que ayudan a digerir la comida mientras que en otras castas como mecanismo defensivo. Por otra parte, la hipofaringe y el labrum estarían relacionados con la glándula labral, cuya función aun no está bien definida pero aparentemente estaría ligada a la comunicación entre individuos.
Como puedes ver, la cabeza de las termitas está compuesta por varias partes externas que son complejas y fundamentales para su supervivencia. Muchas de estas partes poseen un rol esperado como es su utilidad para triturar los alimentos, pero otras partes poseen funciones menos conocidas como pueden ser las propiedades defensivas del labio y el fontanelo. Más adelante detallaremos en detalle como es que actúan estas glándulas y como es que han hecho de las termitas uno de los organismos más exitosos a nivel mundial, te invitamos a seguir con nosotros.
Bibliografía
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Palma-Onetto, V., Hošková, K., Křížková, B., Krejčířová, R., Pflegerová, J., Bubeníčková, F., Plarre, R., Dahlsjö, C. A. L., Synek, J., Bourguignon, T. 2018 The labral gland in termite soldiers. Biological Journal of the Linnean Society. 123, 535-544. (DOI: 10.1093/biolinnean/blx162).
Palma-Onetto, V., Pflegerová, J., Plarre, R., Synek, J., Cvačka, J., Sillam-Dussès, D., & Šobotník, J. (2019). The labral gland in termites: evolution and function. Biological Journal of the Linnean Society. 126, 587-597.
Un artículo escrito por la Dra. Valeria Palma-Onetto